domingo, 15 de diciembre de 2013

Renoir, la alegría de vivir

Eso fue lo que pintó Renoir, y su obra es un espejo de París, del siglo que le tocó vivir y de la naturaleza que le rodeaba, siempre amable y casi desenfadada. Renoir es hoy uno de los grandes maestros de la pintura del siglo XIX y principios del XX, un artista que supo aunar las corrientes de su tiempo sin renunciar a su estilo y a sus convicciones, pues si bien se le considera como uno de los más importantes impresionistas, nunca renunció a la herencia del siglo XVIII y se dejó ayudar por otros en sus crisis artísticas, como en la de la década de 1880.

Pierre Auguste Renoir nunca renegó de sus orígenes humildes. Sexto hijo de un sastre y de una costurera, nació en Limoges en 1841, aunque su familia no tardó en trasladarse a París en busca de mejores oportunidades. A los 13 años comenzó a trabajar en un taller de porcelana, donde ya destacaba decorándola. Fue un  obrero del taller quien recomendó a sus padres que le dejaran estudiar arte. Ya desde niño vio en París una especie de criatura viva a la que estudiar y a la que explorar, y también vio en sus callejones medievales una gran belleza (que lamentablemente no tardaría en ser destruida por las reconstrucciones que realizarían en la ciudad con la modernización)

El palco, de 1874, es una de las obras más conocidas del pintor y un claro ejemplo de lo que para Renoir eran los retratos. Al contrario que sus otros colegas impresionistas, Renoir gustaba de situar a sus modelos en entornos recargados, con gran cantidad de atrezzo en un ambiente casi teatral, y de hecho llegó a recrear entornos exóticos de harenes y palacios orientales para pintar odaliscas (muy de moda durante el romanticismo). Algo que también se aprecia en esta obra es el gusto del artista por los encuadres fotográficos, cortando a sus personajes, contribuyendo de este modo a dar un toque de inmediatez y de falta de preparación. En el cuadro aparecen su hermano y Nini, una modelo auténtica protagonista del lienzo, en el que la situación no es más que un pretexto para realzar la belleza y la elegancia de la muchacha.

En 1862 aprobó el examen de ingreso en la Escuela de Bellas Artes y comienza a frecuentar el taller de Gleyre, donde conocería a los que serían sus amigos y compañeros toda la vida, Monet, Bazille y Sisley, con quienes pintaría al aire libre en Fontenebleau. Sin embargo, 1863 todos abandonaron el taller debido a su cierre y comenzaron una época de pobreza (a excepción de Bazille que venía de una familia más o menos acomodada), pero también de nuevas influencias y de una gran evolución. Comienzan a frecuentar por entonces el Café Guerbois donde se reunían Manet, (quien se convertiría en una gran influencia para Renoir después del escándalo suscitado por “El desayuno en la hierba” del Primer Salón de los Rechazados) y otros intelectuales y artistas. En 1870 estalló la guerra Franco – Prusiana y Renoir fui movilizado a caballería. Bazille murió en la guerra y aquello fue para Renoir un duro golpe. Fue precisamente después de la guerra cuando los pintores rechazados en el Salón Oficial se reunieron por primera vez, en la que sería la primera Exposición Impresionista (1874). Antes se había mudado a Montmartre, y esa mudanza influyó decisivamente en su obra y en sus temas. Aquí conoció un París distinto, el de la bohemia y los cafés y no pudo evitar representarlo, como en “Baile en el Moulin de la Gallette”, quizás su obra más famosa.

El Baile en el Moulin de la Galette es quizás, una de las obras más importantes de todo el impresionismo, un compendio de todo lo que este movimiento buscó, la captación de la luz y la vida moderna en plein air, a través de manchas de color. El Moulin de la Galette, en Montmartre se encontraba cerca de la casa de Renoir y por eso lo frecuentó con asiduidad. Se trata realmente de un gran retrato de grupo para el que posaron muchos de sus amigos y sus modelos más queridas, entre ellas Margot, que posó aquí por primera vez para Renoir (aparece con vestido rosa, bailando con el español Pedro Vidal de Soares). Lo más importante de este cuadro es sin ninguna duda la captación vibrante de la luz que se filtra a través de los árboles y dibuja sombras azules en el suelo y en los personajes, que da a la composición un dinamismo pocas veces conseguido. Aquí os dejo su entrada: http://artiword.blogspot.com.es/2010/10/baile-en-el-moulin-de-la-galette-de.html

También hizo nuevos e importantes amigos (como Duran Ruel, quien le ayudó a subsistir) y nuevas modelos, y también conoció a la que sería su esposa, Aline Charigot. Renoir siguió participando en las exposiciones impresionistas cada vez con más cuadros y se ganaba la vida gracias a los retratos que le encargaban, al mismo tiempo que Duran Ruel hacía aumentar el interés por su obra y creaba exposiciones dedicadas a él en distintos lugares, lo que acabó dándole por fin cierta fama. Entre 1881 y 1882 viaja a Argelia y a Italia, y poco después se sumiría en una crisis artística que le llevaría a cambiar su forma de pintar. Fue Jean Auguste Dominique Ingres quien le guió y poco a poco la obra de Renoir comenzó a acercarse a la obra del pintor romántico, algo que ya es visible en obras como “El almuerzo de los remeros”. 

Durante el tiempo que Renoir pintó junto a Bazille y Monet, su situación económica fue bastante pésima. Durante ese tiempo, Renoir frecuentó un restaurante regentado por un tipo llamado Alphonse Furnaise, quien, conocedor de la precaria situación del pintor, se negaba a cobrarle. Esta escena se desarrolla precisamente en su restaurante, y se trata de una de sus últimas obras de gran formato. Un retrato de grupo para el que posaron muchos de sus amigos, entre ellos el propio Alphonse Furnaise (el hombre de pie junto a la baranda), su hija, las actrices Ellen Andrée y Jane Samary, el periodista Maggiolo... y también la que sería su mujer en 1894, Aline Charigot, con sombrero de flores y el perrito en la mano. Si bien en este cuadro ya aparece un marcado dibujo de las figuras, aun se aprecia el impresionismo en la captación de la luz roja filtrada por el toldo y la representación al aire libre. Aquí os dejo la entrada de este cuadro: http://artiword.blogspot.com.es/2011/12/el-almuerzo-de-los-remeros-de-renoir.html

Las escenas parisinas comienzan a perder terreno respecto a otro de sus temas predilectos, los desnudos femeninos, en los que se aprecia una clara influencia de Rubens en la representación de las figuras (mujeres gruesas y carnosas) y de Ingres en el tratamiento de las formas, más toscas y marcadas. De esta época es otro de sus grandes lienzos, “Las grandes bañistas” (1887). También siguió realizando retratos, entre los que destacan los numerosos cuadros que dedicó a Gabrielle (una prima de Aline que se había mudado con ellos para cuidar de sus hijos) con o sin sus hijos. Estos temas ocuparon los últimos años de su vida. A pesar de que siempre tuvo una salud frágil, nunca dejó de pintar ni de ver el lado bueno de la vida. Ni siquiera dejó de pintar tras la muerte de Aline, en 1915 aunque le dejó muy tocado. Renoir murió en 1919 de una neumonía.

sábado, 13 de julio de 2013

Manet y la búsqueda de la aprobación oficial

Hay quien considera a Manet como uno de los más grandes genios de la pintura de todos los tiempos, y hay quien considera que las innovaciones que el artista aplicó a su pintura, se debían a que no sabía pintar… en cualquier caso, la evolución de la pintura en el siglo XIX no se entiende sin él. Resulta curioso, que a pesar de que la crítica y el Salón lo relacionaban con el grupo irreverente de los impresionistas (de los que fue amigo, eso sí), Manet siempre buscó la aceptación en los círculos oficiales, algo que solo consiguió al final de su vida…

Edouard Manet nació en París 1832 en el seno de una familia acomodada. Su padre quería que fuese jurista como él, pero el joven Manet no cosiguió la calificación suficiente. Posteriormente se enroló en la marina francesa, donde tampoco logró graduarse. Fue entonces cuando su padre le permitió dedicarse a la pintura. Estudió con Couture, y copió a los grandes maestros en el Louvre, pues el siempre pensó que la pintura debía mirar hacia el pasado y beber de él. 

Manet presentó este cuadro, El ferrocarril, en el Salón de 1874. En él aparecen representadas Victorine Mourent, quien posó en este cuadro por última vez para Manet, y la hija del pintor Alphonse Hirsch, Suzanne, en el jardín de este, que colindaba con la estación de Saint Lazare. Para este cuadro Manet volvió a recurrir a un recurso ya utilizado en "El balcón", una verja de hierro que este caso ocupa todo el fondo del lienzo, y detrás de la cual, se ve el vapor del agua del tren que parte. Nuevamente la crítica condenó el cuadro, e incluso un malévolo crítico llegó a decir que Manet había colocado esa verja de hierro para evitar que las retratadas pudieran escapar de la fealdad que las acompañaba... Hoy se encuentra en el National Gallery de Washington.

En 1859 expone por primera vez en el Salón, “El bebedor de absenta”, que supuso un pequeño escándalo, por el tema de la obra, alejado de los temas religiosos y míticos de los pintores academicistas. Pero Manet es un hombre de su siglo, y su siglo será lo que pintará, y eso le valdrá más de un quebradero de cabeza. En 1861 expone “El guitarrista español”, que tuvo una buena acogida, aunque su forma de pintar no era muy entendida por el público. En 1863 las obras que presenta al Salón son rechazadas, y ese mismo año, Napoleón III permite la creación del Salón de los Rechazados, y aquí Manet expone “El desayuno en la hierba”, el primer gran escándalo de su carrera, al presentar un desnudo femenino rodeado de hombres burgueses de la época, sin un contexto mitológico… No solo se criticó el tema, sino también el estilo. Manet se puso así en el punto de mira del jurado del Salón… Pero un escándalo mayor fue la exposición de la Olimpia dos años después, en el que representaba a una prostituta de lujo atendida por su asistenta. Fue entonces cuando se dijo que Manet quería ser famoso a base de escándalos… 

Manet pintó este cuadro en 1879 y lo presentó en el Salón de ese año junto con "Pareja en un balandro", en un nuevo intento de obtener la aprobación oficial. En él, representa a su amigo Jules Guillemet junto a su joven esposa norteamericana, propietaria de una importante tienda de modas, y que era conocida por su elegancia y buen gusto. Aunque los dos personajes presenta una actitud aparentemente distante (sobretodo ella), esa distancia se elimina por la cercanía de las manos. La vegetación del fondo está tratada a modo de tapiz y permite realzar a los dos personajes. En esta obra, Manet huye de los cánones impresionistas, pero aun así las críticas no fueron favorables... Hoy se encuentra en la Gemäldegalerie de Berlín.

Sin embargo, estas obras fueron muy celebradas por un grupo de pintores jóvenes que tampoco eran aceptados en el Salón, y sin pretenderlo, Manet se convirtió en la cabeza del grupo Impresionista. Sí que es cierto que por iniciativa de Berthe Morisot, se hizo amigo de Monet, Renoir, Sisley y sobretodo Degas, a los que además ayudó económicamente, pero nunca expuso con ellos (por no enemistarse más aun con el jurado del Salón, aunque le valió de poco, pues la crítica le consideraba el instigador de las exposiciones impresionistas). A pesar de ello, sí que asumió algunas de las técnicas impresionistas a partir de su relación con Monet desde 1872. Precisamente en ese año, el marchante Durand Ruel le compró 24 cuadros, y organizó la primera exposición impresionista. Mientras tanto, Manet siguió intentando entrar a formar parte del Salón, pero las críticas a su obra eran continuas, y su frustración cada vez mayor… No fue hasta 1880, con su salud muy deteriorada, cuando se reconocería su talento, con una medalla de Segunda Clase en el Salón y siendo nombrado Caballero de la Legión de Honor. 

Un bar del Folies Bergere fue la última obra importante de Manet, y muchos la consideran como su testamento. En el cuadro se representa el animado cabaret Folies Bergere, en concreto una camarera de nombre Suzon, que mira melancólica y aburrida al observador, como esperando que decida lo que va a pedir (observador que se puede ve reflejado en el espejo, al igual que todo el local). Delante de ella, una naturaleza muerta de botellas de licor que demuestran la maestría de Manet para este asunto. Cuando Manet pintó este cuadro, ya apenas podía salir de su taller, y la modelo (que realmente era camarera del Folies Bergere) acudía hasta allí para posar detrás de una barra falsa. El resto del lienzo lo terminó con bocetos que había realizado previamente. Por supuesto, este cuadro también fue criticado... Hoy se encuentra en la galería Courtauld de Londres.

Después de la mala crítica de "Un bar del Folies Bergere", escribió al crítico Wollf una nota irónica diciendole que no le importaría leer en vida el maravilloso artículo que le consagrará después de muerto. Wollf no le daría esa satisfacción, y en la necrológica de Manet, que murió en 1883, después de sufrir la amputación de una pierna, escribió que solo dos obras de Manet podían ser consideradas excelentes... El crítico se equivocaba, pues la fama y la cotización de Manet, no haría más que subir.

martes, 9 de julio de 2013

Van Gogh, el genio atormentado

Vincent Van Gogh está considerado actualmente como uno de los grandes genios de la historia del arte, un reconocimiento que el artista no obtuvo en su breve existencia, una vida marcada por una personalidad inestable y por unas difíciles relaciones con los demás. Solo con su hermano pequeño Theo (marchante de arte) mantuvo una estrecha relación, como corrobora la intensa correspondencia que mantenían, y en la que Vincent le hablaba de sus preocupaciones, artisticas o no… Una relación que se convirtió en dependencia, pues Theo enviaba fondos a Vincent con los que este podía vivir. 

Vincent, nacido en 1853, era el hijo mayor de un pastor protestante holandés. Siempre tuvo intereses artísticos, y a los 16 años entraría como aprendiz en la filial de la galería de arte parisina Goupil & Co en La Haya, donde conocería la obra de la Escuela de Barbizon. Cuatro años después, Vincent se traslada a Londres, donde después de un fracaso amoroso comenzará a volverse más solitario… En 1878 se siente en la necesidad de ayudar a los demás, y tras ser rechazado en la escuela de Teología, se une como pastor a la colonia minera de Borinage. Allí estará seis meses, pues al mostrar conductas cercanas al fanatismo, no se le renueva en su cargo. Decepcionado, decide entregarse a la pintura, y en 1880 comienza a trabajar con pintores como Mauve. En 1885 pinta la que él mismo consideró una de sus mejores obras, “Los comedores de patatas”.  El conocimiento de los impresionistas, le lleva a abandonar los estudios académicos, y en 1886 se traslada a París, donde se reune con su hermano. Allí conocerá a Seurat, Pissarro, Gauguin… que incidirán en la difinición de su pintura, aclarando su paleta, y definiendo su particular visión del impresionismo. 

Los Girasoles. Esta flor fue muy recurrente en la obra de Van Gogh, sobretodo durante su estancia en Arles. Realizó muchas versiones de este tema, y aunque en ellos se ha querido ver una interpretación simbólica, Vincent, en su carta a Theo le dice que el único objetivo de este cuadro era el de alegrar su habitación... El azul y el amarillo serán los colores más usados por Van Gogh, dos colores que tienden al descanso, pero que en la obra del genio holandés tenderán hacia todo lo contrario, aun sin este pretenderlo... Este cuadro, el más famoso de la serie de los girasoles, se encuentra en la Neue Pinakothek de Munich.

Posteriormente se traslada a Arles, donde alquila una casa, la Casa Amarilla, con la intención de reunir a distintos pintores para crear la Escuela de los Impresionistas del Sur. Gauguin se traslada con él, y los dos artistas trabajan juntos, en una relación, que no tarda en ser enfermiza por parte de Vincent. Dos meses después, y tras una fuerte discusión, Gauguin abandona la Casa Amarilla y Van Gogh se corta parte de la oreja izquierda, en la que sería su primera crisis mental. 

Este cuadro representa la habitación de Van Gogh en la Casa Amarilla de Arles. De nuevo, la idea de Vincent, como dice a su hermano Theo, era la de crear un cuadro que sugiriera paz y reposo, y para ello volvió a emplear el azul y el amarillo, e incluso suavizó su pincelada enérgica. Sin embargo, el forzado encuadre y el hecho de que todos los muebles parecen inclinarse hacia el centro, eliminan esa sensación. Además, una patente claustrofobia se apodera del observador, al darse cuanta de que a pesar de haber dos puertas y una ventana en la habitación, la ventana esta cerrada, y las dos puertas bloqueadas por la silla de la izquierda, y por la cama. Quizás este cuadro de más a entender de la mente de Van Gogh que muchos de sus autorretratos. También realizó varias versiones de este asunto, y esta, se encuentra en Museo Van Gogh de Ámsterdam.  
Se sume ahora en un estado de melancolía y tristeza y su personalidad se vuelve más inestable (al igual que lo representado en sus obras). Eso le lleva a recluirse en 1889 en el sanatorio de Saint Remy, donde estaría un año. Sin posibilidad de salir, Vincent pinta, y su obra se vuelve cada vez más expresiva y dinámica. 

El tiempo que Van Gogh estuvo recluido en el psiquiátrico de Saint Remy, aparte de estudiar a otros pintores anteriores como Millet, se dedicó a pintar lo que veía desde su habitacion. En este caso un cielo estrellado en el que las estrellas son inmensos faroles que irradian su luz a través de un cielo tortuoso de pincenlada serpenteante. No se veian cipreses desde su ventana, pero serán recurrentes en su obra, y de hecho, escribió a su hermano Theo en varias cartas que no entendía como ningún pintor había representado los cipreses como él los veía. Este cuadro, se encuentra hoy en el MoMA de Nueva York.

Sin poder superar su tristeza, en 1890 se traslada a Auvers-sur-Oise por recomendación de su hermano Theo, a casa del doctor Gachet, quien le sometió a un tratamiento homeopático. Allí pintó a los habitantes del pueblo y sus paisajes. A pesar de que el doctor pensaba que Vincent se había recuperado, este no pudo superar su melancolía, derivada de su fracaso como pintor, y de la dependencia hacia su hermano, de modo que el 27 de Julio, en un campo de trigo, Vincent se disparó en el pecho, muriendo dos días después… Su última obra fue “Campo de trigo con cuervos”, casi un presagio de lo que ocurriría.
El suicidio de Vincent supuso un duro golpe para su hermano Theo. Esto, sumado a su mal estado de salud, le llevaron a un colpaso mental, que acabó con su hospitalización. Murió en 1891, seis meses después de su hermano y fue enterrado junto a él. Las 800 cartas que Vincent le envió, suponen un importantísimo testimonio de la vida del artista.

martes, 13 de noviembre de 2012

Marilyn Monroe, de Andy Warhol


Andy Warhol fue el más importante e influyente de los artistas del movimiento Pop Art o Arte Pop, un movimiento surgido a finales de los años 50 que se caracterizó por convertir objetos de la vida cotidiana en obras de arte, un revulsivo frente al Expresionismo abstracto que dominaba el panorama artístico. De este modo, anuncios publicitarios, envases de alimentos, viñetas de comics o fotografías de personajes famosos entraban a formar parte de las colecciones de los museos. Andy Warhol, hijo de un matrimonio eslovaco emigrado a los Estados Unidos, estuvo siempre obsesionado con la idea de ser famoso, y lo consiguió. Estudió arte comercial y en 1949 se trasladó a Nueva York, donde no tardó en trabajar diseñando portadas de discos y anuncios publicitarios, trabajos con los que empezó a tener cierto renombre, realizando incluso exposiciones de sus ilustraciones para anuncios de zapatos. En los 60 comenzó a pintar objetos cotidianos, como sus famosas latas de sopa Campbell o de Coca Cola, objetos que consideraba símbolos de la cultura estadounidense tan importantes como Liz Taylor o Marilyn Monroe. La élite de la crítica lo encumbró y no tardó en crear su propio estudio, The Factory, por donde pasaron todos los modelos, artistas y personalidades underground del momento. 

Fue entonces cuando realizó la obra que nos ocupa, sin duda una de las más conocidas del artista. Tras la trágica muerte de Marilyn Monroe en 1962, decidió inmortalizarla realizando una serie de serigrafías a partir de una foto promocional de la película "Niágara", película con la que la actriz saltó al estrellato. Presentada en filas, columnas o de forma aislada, aplica a la foto técnicas del cine y la publicidad, convirtiéndola en un cartel que se confunde con un cuadro. Marilyn no fue la única famosa retratada por Warhol, sino que otros personajes como Liz Taylor o John Lennon también prestaron su imagen. Especialmente conocido es el retrato de Mao Zedong. 



domingo, 28 de octubre de 2012

Poeta en la cima de la montaña, de Shen Zhou



Aunque la pintura japonesa tuvo más trascendencia en Europa que la china, fue la china, la precursora de la japonesa. Shen Zhou fue un pintor chino que vivió durante la dinastía Ming, en el siglo XV, que fue el fundador de la escuela Wu. Toda su obra (bastante desconocida aquí), estuvo muy influenciada por la pintura de Ni Zan y sobretodo de Wu Cheng, y se basa en una total libertad compositiva, además de fuertes y dinámicas pinceladas capaces de crear distintos volúmenes y ambientes, creando escenas de fuerte carga poética, pero muy realistas al mismo tiempo, en lo que serían las características básicas de la escuela Wu. Poeta en la cima de la montaña es un claro ejemplo de eso. Las distintas tonalidades de la tinta negra logran crear distintos planos, utilizando pinceladas claras y difusas para relegar las montañas a la lejanía, y pinceladas fuertes y oscuras para los pinos que se alinean en primer término, ocultando los pequeños edificios que se adivinan en la espesura. Esta obra está realizada en un rollo de papel, fue pintada en 1496 y hoy se encuentra en el Nelson Atkins Museum de Kansas City.

domingo, 21 de octubre de 2012

La dama del armiño, de Leonardo da Vinci

Este cuadro ha sido tan retocado por distintas manos, que durante mucho tiempo se dudó de la autoría de Leonardo. El retrato, uno de los cuatro que realizó el artista, representa posiblemente a Cecilia Gallerani, amante del duque de Milán, Ludovico Sforza, y el armiño que sostiene en brazos puede ser una alusión al nombre de la retratada (armiño en griego se pronucia galé). Llama la atención de este retrato la luz que no parece concordar con el fondo negro, y es que parece ser que tras el fondo había pintada una ventana con un paisaje que sería la responsable de esa luz. Por otro lado, también es llamativa la mano de la muchacha, desproporcionadamente grande, que sin embargo aporta elegancia y un porte regio. El cuadro fue pintado entre 1483 y 1484, y pasor a propiedad del rey de Francia tras la conquista de Milán. Durante la Revolución Francesa, el cuadro pasó a propiedad del príncipe polaco Czartoryska, y en cuya colección continúa hoy, en Cracovia.


miércoles, 17 de octubre de 2012

El Temerario llevado al desguace, de Turner

 Joseph Mallord William Turner está considerado como una de las grandes figuras del pintura británica, un controvertido genio del paisaje y la acuarela que influyó en muchos aspectos de la pintura posterior. Aunque muchos le consideran como uno de los precursores del Impresionismo, por la obsesión que tenía por la luz, su obra se encuendra dentro del Romanticismo. Turner pintó como nadie los desastres naturales que empequeñecen al ser humano. Incendios, tormentas, naufragios... forman parte de sus obras, aunque también cultivó mucho el paisaje. En sus últimas obras se empeiza a apreciar un alejamiento de la realidad, y los objetos representados apenas son reconocibles. El Temerario llevado al desguace es una de sus obras más famosas, basadas en un hecho que el mismo vivió. El Temerario fue el orgullo de la marina británica, un majestuoso velero cuyo tiempo ya había pasado, y que ahora era arrastrado a la muerte por un feo barco de vapor, un símbolo de que la navegación se volvía más eficiente y moderna con la máquina de vapor, pero también de que perdía la gloria pasada. El ocaso del día coincide con el ocaso del barco y hay quien dice que también es símbolo de que la vejez es sustituida por la juventud. El Temerario llevado al desguace fue pintado en 1838 y se expone en el National Gallery de Londres.


miércoles, 30 de mayo de 2012

Adele Bloch-Bauer I, de Klimt



En 1903, Adele Bloch, la triste esposa de un importante industrial (fue un matrimonio pactado, de conveniencia en el que nunca surgió el amor), le encargó a Klimt este retrato, que no sería terminado hasta 1907, siendo la obra maestra del que se ha dado en llamar Estilo Dorado, por motivos obvios. En el retrato, la mujer aparece sentada en un sillón, en un entorno bidimensional, en el que tanto el sillón como el vestido de ella se funden con los mosaicos de colores y el fondo dorado de la habitación, un dorado que parece envolverlo todo, casi como si se tratara de un icono bizantino, sensación acentuada por el hecho de que de Adele solo se ven el torso, las manos y el rostro. Aunque la bidimensionalidad de la obra es una clara influencia japonesa, la verdadera influencia la encontramos en los mosaicos dorados bizantinos que Gustav Klimt había visto en Rávena en 1903. Adele Bloch-Bauer, una mujer melancólica, triste, depresiva, con posibles tendencias autodestructivas, y de la que se dice que tuvo una relación con el pintor, no quedó muy satisfecha con el cuadro, por el mero hecho de aparecer sentada, por lo que Klimt le dedicó otro retrato unos años más tarde (1912), Adele Bloch-Baur II. Los dos retratos se encuentran hoy en la Österreichische Gallerie de Viena (Museo Belvedere).

Lámina en A4, 15€
Lámina en A3, 25€

jueves, 24 de mayo de 2012

Tondo Doni, de Miguel Ángel

Esta obra, en realidad llamada Sagrada Familia con San Juanito, es la única obra pictórica atribuída con seguridad a Miguel Ángel (a excepción de la Capilla Sixtina, claro), fechada sobre 1504, y representa a José, pasándole al Niño a la Virgen en primer término. Un muro separa a la Sagrada Familia de los desnudos y San Juanito. Parece ser que se trata de un encargo de Agnolo Doni, para conmemorar su matrimonio. Ciertamente, esta obra es un anticipo de lo que despues haría en la Capilla, con cuerpos, grandes, casi escultóricos y de colores muy brillantes. 


No está claro el por qué de los cinco desnudos que aparecen de fondo, pero hay que dice que se trata de la representacion de la humanidad antes de la llegada de la Gracia y de Cristo, y otros dicen que son ángeles sin alas. En cualquier caso sí que son recurrentes en su obra. Este cuadro, que se conserva en la Galería Ufizzi de Florencia, aun se mantiene en su marco original, obra del propio Miguel Ángel y cuyo simbolismo se cree que está relacionado con el propio cuadro.

lunes, 12 de diciembre de 2011

La clase de danza, de Degas


 Quizás esta obra sea una de las más famosas escenas de ballet que pintara Degas, conocido por sus imágenes de carreras de caballos y estas escenas de ballet, casi siempre en ensayos y no en el esplendor de las actuaciones. Aunque Degas fue amigo de Manet, Monet y Cezanne, nunca compartió con ellos el gusto por la representación de imágenes al aire libre, prefieriendo lugares cerrados como demostrará en obras como La Sombrerería o en En el Café. En esta escena se puede ver una lección impartida por el veterano coreógrafo Jules Perrot en una de las aulas de la ópera de París, al que las bailarinas colocadas en círculo escuchan con mayor o menor atención. Quizás de este cuadro lo más llamativo fue el gran estudio de la perspectiva y la profundidad, muy acentuada por las líneas de suelo de madera y por el ángulo de la habitación, cortado en un marcado encuadre fotográfico. Como buen impresionista, la luz será una de sus preocupaciones, una luz que aquñi procede de las ventanas reflejadas en el gran espejo central. Este cuadro, pintado entre 1873 y 1875 se encuentra hoy en el Museo de Orsay de París.

Lámina en A3, 15€
Lámina en A4, 9€

domingo, 4 de diciembre de 2011

Retrato de Leopold Zborowsky, de Modigliani

Amedeo Modigliani fue el arquetipo de artista bohemio. Su vida siempre estuvo marcada por los excesos con el alcohol y las drogas que conoció en los bajos fondos venecianos y despues en los locales de Montmartre, que deterioraron su salud hasta el punto de causarle la muerte en 1920 con 36 años. Llegó a París en 1906, cuando era el centro de la vanguardia y muchos artistas se encontraban allí (como Picasso, Max Jacob, Diego Rivera...) a los que retrató en varias ocasiones. Allí recibió la influencia en un principio de la obra de Toulousse Lautrec, de Klimt, Cezanne, y del artista de la estampa japonesa Utamaro, además del cubismo, aunque no tardó en conocer el arte africano en el Musée de l'Homme. De ahí que sus retratos y esculturas presenten ojos almendrados, cuellos alargados y narices torcidas. En 1916 conoció al poeta polaco Leopold Zborowsky, al que retrató en varias ocasiones como en esta obra, de 1917, en la que puede verse la influencia africana, en las formas alargadas y las formas geométricas. Modigliani fue conocido por la inmediatez de ejecución de sus obras, que nunca retocaba. La miseria y la enfermedad (empeorada por sus excesos), fueron la tónica general de la vida del artista, quien no conoció la fama en vida.
Lámina en A3, 10€
Lámina en A4, 6€

sábado, 3 de diciembre de 2011

El almuerzo de los remeros, de Renoir


Renoir ya había demostrado antes de pintar este cuadro su aficción por las escenas de la vida cotidiana, como en el Baile en el Moulin de la Galette, así como en la captación de la luz del natural. Esta escena, que representa el almuerzo en un restaurante a orillas del Sena, es en realidad un gran retrato de grupo en el que todos los personajes son conocidos del artista, como su amiga y futura esposa Aline Charigot (la mujer del perrito), a cuyo lado de pie se encuentra Alphonse Furnaise, dueño del restaurante. Apoyada en la baranda, Alphonsine, hija de Alphonse, que escucha al barón Barbier, antiguo oficial de caballería.

 A la derecha, el pintor Caillebotte (el hombre a horcajadas sobre la silla en primer término), junto al que está la actriz Ellen Andrée, que habla con el periodista italiano Maggiolo. En el centro, bebiendo, se encuentra la modelo favorita de Renoir, Angele, y detrás de ella el hijo del propietario del restaurante habla con el financiero Charles Ephrussi, con sombrero de copa. Al fondo Eugene Lastringuez, Paul Lothe y la actriz Jeanne Samary. La luz aparece filtrada por un toldo rojo que colorea las sombras, en un recurso típico del impresionismo, del que se desmarca por el perfecto dibujo de las figuras. En primer término un bodegón que demuestra la maestría de Renoir para este género. El Almuerzo de los remeros fuen pintado en 1881 y se encuentra en el National Gallery de Washington.

Lámina en A3, 15€
Lámina en A4, 9€

El quitasol, de Goya

Este lienzo, uno de los más conocidos de Goya, fue uno de los cartones creados para servir como modelo de los tapices que se hacían en la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara. Este en concreto, junto con otros tres (El Bebedor, La maja y los embozados, y La riña en la venta nueva)  estaban destinados a la decoración de el comedor del palacio de El Pardo. En la obra podemos ver a una joven a la moda francesa, y a un mozo vestido de "majo", en aparente actitud seductora, en especial ella, que mira al espectador de forma casi descarada, en una imagen alegre y desenfadada, alegría enfatizada por el uso de colores vivos y por un gran tratamiento de la luz con el que consigue que la atención del espectador se centre en el rostro de la muchacha, a pesar de estar bajo la sombra creada por la sombrilla. En este cartón Goya abandona los esquemas que había aprendido en la Real Fábrica, y crea una composición piramidal centrada en la muchacha y que utilizará posteriormente. El tema de la sombrilla no fue inventado por Goya, y se piensa que quizás tomara la idea de un cuadro del pintor francés Jean Ranc, Vertumno y Pomona. El Quitasol fue pintado en 1777 y trasladado al Museo del Prado en 1870.

Lámina en A3, 14€
Lámina en A4, 8€

jueves, 1 de diciembre de 2011

Autorretrato en el bugatti verde, de Tamara de Lempicka

A pesar de que este cuadro no tiene realmente importancia artística, es sin duda, la obra más famosa de la controvertida pintora Tamara de Lempicka. De Lempicka conoció una fama efímera que tuvo lugar entre los años 20 y 30 del siglo XX, momento en el que desarrolló casi toda su obra, y representó a gran parte de la aristocracia europea, con un estilo inconfundible que mezcla el clasicismo y el art - deco con algo de cubismo, destacando sobretodo en la realización de desnudos y retratos. Tamara de Lempicka fue una artista que solo pintó por dinero (y siempre estuvo rodeada de él), que se comportó siempre como el prototipo de la mujer transgresora, siendo su vida un caos en el que se mezclaban el lujo, las mentiras, las drogas y el sexo indiscriminado, resultando divertida para la aristocracia (de ahí que quisieran ser retratados por ella). De hecho, su vida es casi más famosa que su obra... Una vez se trasladó a EEUU antes de la II Guerra Mundial, tanto su obra como su vida cayeron en el olvido. Hay quien ha querido ver en este autorretrato, pintado en 1929 una referencia a la muerte de la bailarina Isadora Duncan, muerta estrangulada por el largo pañuelo que llevaba al cuello al enredarse este en las ruedas del coche donde iba. 

Lámina en A3, 10€
Lámina en A4, 6€
 

miércoles, 9 de febrero de 2011

Amapolas en Argenteuil, de Monet


Durante e tiempo que Monet pasó en Argenteuil, se dedicó a pintar paisajes, que serían casi el tema principal de su obra. En esta imágen, hoy en el museo d'Orsay de París, nos muestra a su mujer Camille y a su hijo Jean paseando por un campo de amapolas seguidos de otra pareja. Las flores están representadas como manchas de color aplicadas de tal manera que hace parecer que ambas parejas  están bajando un montículo. Los árboles del fondo otorgan profundidad a la escena, y las nubes blancas dan una sensación de movimiento pocas veces conseguida. No hay dibujo en esta obra, solo manchas de color en lo que constituye el más puro impresionismo. Monet sería fiel a los cánones impresionistas hasta su muerte, cuando muchas de las vangaurdias ya habían pasado de moda. Sus últimas obras, cuando la vista apenas le permitía distinguir los colores, muestran manchas que ya apenas son identificables con la formas, en lo que se ha dado en llamar Impresionsmo abstracto. Las Amapolas fue pintado en 1873.

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jueves, 27 de enero de 2011

La estampa japonesa

El Ukiyo-e, o estampa japonesa, es un género de grabados xilográficos que estuvieron muy de moda en el País del Sol Naciente entre los siglos XVII y XX, dedicado sobre todo a la pintura de paisajes y de la vida nocturna. También llamada "pintura del mundo flotante", es heredera directa de la pintura paisajística china.

Monte Fuji en día claro, de Hokusai, 1833. Katsushika Hokusai fue uno de los más conocidos pintores del ukiyo - e y el más popular a nivel europeo, gracias a dos obras, la que nos ocupa (también llamda Fuji Rojo) y La gran ola de Kanagawa (más abajo). La obra de Hokusai es amplísima, y aunque en un principio se dedicó a representar personajes públicos, no tardó en centrarse en el paisaje, en el que siempre aparece una constante, el Monte Fujiyama, montaña sagrada para los japoneses, que a veces aparece como protagonista indiscutible de la obra o como telón de fondo de la misma.

Esta forma de arte fue muy popular en las ciudades durante el siglo XVII, aunque es esta época las obras eran monocromas, realizadas con tinta india. Esta técnica no tardaría en utilizar pinceles, y más tarde, ya en el siglo XVIII, se incluiría el color. Si hay algo por lo que el Ukiyo-e se popularizó, fue por su posibilidad de producción en serie, es decir, que cualquier ciudadano que no pudiese comprar pinturas originales, podía hacerse con una de estas reproducciones.

Retrato del actor Otani Oniji III en el momento de interpretar a un sirviente, de Toshusai Sharaku, 1794. De entre todos los pintores del ukiyo - e, Sharaku es posiblemente el más desconocido de todos. No se conoce su verdadero nombre, ni su fecha de nacimiento o muerte. De hecho ni siquiera se sabe si fue real, pues las 144 obras que realizó las hizo en 9 meses, entre 1794 y 1795, para luego desaparecer súbitamente. La obra de Sharaku son casi en exclusiva retratos de actores del teatro No y del teatro Kabuki, centrándose en las expresiones de los actores y representando todas sus imperfecciones, a veces casi de modo caricaturesco, de ahí que su obra no fuera bien acogida. Hay quien dice que en realidad era un actor, por el gran conocimiento que presenta del mundo del teatro. También se dice que Sharaku fue una invención de un grupo de artistas que querían gastar una broma. E incluso hay una teoría que dice que Sharaku era en realidad Hokusai, pues se sabe que Hokusai no pintó entre 1794 y 1796. En cualquier caso se le considera como uno de los más grandes pintores de ukiyo - e.

En un principio, la estampa se dedicó a representar elementos de la vida nocturna, cortesanas, actores... pero poco a poco, la pintura paisajística fue abriéndose paso, hasta convertirse en casi el único tema de representación, con Hokusai e Hiroshige a la cabeza. De hecho, la pintura política fue prohibida, al igual que el shunga, la pintura de sexo explícito (aunque esta última nunca desapareció, y de hecho era la que más ingresos reportaba a los artistas, aunque las firmaban en clave para no ser reconocidos por las autoridades).

La Gran Ola de Kanagawa, de Hokusai. 1830. Se trata, sin ninguna duda, de la más famosa estampa japonesa, copiada, versionada, reproducida y parodiada hasta la saciedad, y es también la obra que consagró a Hokusai en Europa. La gran ola es la primera imagen de la serie "36 vistas del Monte Fuji", 36 imágenes que representaban diferentes lugares y situaciones con el Monte Fuji como tema común (Fuji Rojo también pertenece a esta serie). Hokusai también se dedicó a la ilustración de poemas y leyendas, para los que realizó varios shunga, entre ellos el más famoso de todos, "El sueño de la mujer del pescador", en el que aparece una mujer manteniendo relaciones con dos pulpos. Hokusai también realizó una serie de 100 vistas del Monte Fuji, así como una serie de grabados de las cascadas del país. Estas serie influyeron en algunos de sus contemporáneos, como Hiroshige, que realizó en 1834 Las 53 estaciones de Tokaido.

Con la apertura de Japón a los occidentales con el gobierno Meiji, la estampa se benefició de nuevos materiales más baratos (se sustituyeron las pinturas de plantas naturales por pinturas químicas europeas), y además permitió que este tipo de arte se diera a conocer en Europa, provocando una auténtica fiebre japonesa entre la alta sociedad europea del siglo XIX, e influyendo decisivamente en el transcurso del arte en este continente (el impresionismo, los carteles de Toulousse - Lautrec, los movimientos de vanguardias...).

La Cortesana Chozan de la Casa Chosi, de Kitagawa Utamaro, 1810. Utamaro fue el otro gran pintor del ukiyo - e que fue muy apreciado en Europa. Si bien Hokusai es conocido por sus composiciones paisajísticas, Utamaro se especializó en la representación de mujeres hermosas, solas o en grupo, un género que se denomina Bijinga, que significa mujer hermosa. Entre esas mujeres destacan las cortesanas, como en esta obra, en la que la protagonista aparece acompañada de una mako. La obra de Utamaro ejerció una especial influencia en Europa, sobretodo en las composiciones, que en la obra de utamaro son casi fotográficas, presentando personajes de medio cuerpo y descentrados. El uso de colores planos y contrastados también supuso un revulsivo en la pintura de finales del XIX y principios del XX, influencia que se deja notar especialmente en la cartelería y en algunas vanguardias como el fauvismo y el expresionismo.

Aunque el Ukiyo-e pasó de moda, aun hoy siguen existiendo artistas de estampas, y su influencia se ha dejado notar en el manga y el anime.

miércoles, 5 de enero de 2011

Paseo a orillas del mar, de Sorolla

Paseo a orillas del mar es quizás, el cuadro más conocido de Joaquín Sorolla, uno de los más importantes pintores españoles, que hasta hace muy poco ha tenido escasa consideración, pues su estilo se aleja de las vanguardias imperantes en esa época, vanguardias que la historia del arte consideró como único camino válido en la progresión del arte contemporáneo. A pesar de que a Sorolla se le incluye dentro del impresionismo, lo cierto es que nunca siguió las directrices de este movimiento, estando más relacionado con el naturalismo traido desde el norte de Europa, y más concretamente con el luminismo. No en vano, de Sorolla se dice que fue un poeta de la luz, pues su obsesión fue captar la luz del sol y su reflejo en las playas levantinas que tanto representó, como en esta obra de 1909 en las que aparecen su hija María y su esposa Clotilde, y que hoy se encuentra en su casa museo de Madrid. Sorolla expuso en toda Europa y Estados Unidos obteniendo galardones y éxito allí donde iba, sobre todo en EEUU, donde expuso en Nueva York, Pittsburgh y Buffalo, vendió 160 obras, retrató al presidente Taft y posteriormente decoró una sala de la Hispanic Society, su obra más importante y que nunca vió inaugurada. Murió víctima de la enfermedad en 1923, siendo uno de los pintores más reconocidos y famosos de su tiempo, tanto a nivel nacional como internacional.

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miércoles, 1 de diciembre de 2010

La dársena de San Marcos, de Canaletto

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Giovanni Antonio Canal, más conocido como el Canaletto, es uno de los más importantes pintores del Barroco italiano, cuya huella se notó después en el Romanticismo. Su principal preocupación era la pintura de paisajes urbanos, dedicándose en sus primeros tiempos a pintar paisajes romanos y después venecianos, su verdadera obsesión, donde vemos los colores contrastados tan característicos de su obra, en un principio dedicada a la denuncia de la situación de los pobres de Venecia. La Serennisima Republica estaba por aquel entonces sumida en la complacencia de vivir en lo que quedaba de su imperio (que pronto sería víctima de los austriacos), y todo el dinero amasado se gastaba en fiestas sin descanso, siendo Venecia casi una ciudad de vacaciones muy frecuentada por el turismo británico. Fueron los ingleses quienes se interesaron por la obra de Canaletto, quien poco a poco cambió su temática social por vistas de Venecia que luego vendía a los turistas a modo de souvenir, algo por lo que luego sería criticado. Esta obra, de 1730, es una de las múltiples vistas de la dársena de San Marcos, con el Palazzo Ducale, la basílica y la biblioteca Marciana, que realizó, y que se encuentran repartidas por Europa y América.

martes, 23 de noviembre de 2010

La gitana dormida, de Rousseau

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Henri Rousseau, más conocido como "el Aduanero", debido a que fue funcionario del estado francés hasta jubilarse, es hoy reconocido como el padre del arte Naif. ¿Qué es el arte Naif? No tiene una definición exacta, pero se caracteriza por la ingenuidad y la espontaneidad de las obras, y por el uso de colores vivos y contrastados. De ingenuo se tildó a Rousseau, e incluso de él se dijo que no sabía pintar, pues era autodidacta, y sus cuadros carecen de perspectiva, volúmen o cualquier otro parámetro que se pueda aplicar a la pintura. Sin embargo, los pintores surrealistas y los simbolistas se convertirían en sus principales valedores. La mayoría de su obra se basa en imágenes oníricas, en las que se confunde la realidad con lo soñado. En este cuadro, todo un icono del arte moderno, vemos a una mujer dormida en primer plano y un león junto a ella, pero ¿que hace el león? Lo mismo parece que la está acechando, que está paseando sin más, o incluso es posible que el león no sea real, sino una ensoñación de la mujer. Como puede verse, utiliza colores planos, vivos y contrastados, y hay una ausencia total de perspectiva o profundidad. La Gitana Dormida, pintado en 1897, se encuentra hoy en el MoMA de Nueva York.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Las Espigadoras, de Millet


La vida de Jean Fraçois Millet estuvo marcada por la pobreza en la que siempre vivió y que tanto representó. La mayoría de sus escenas nos muestran a campesinos afanados en sus tareas, en un intento de mostrar al público la dura verdad de una vida que a los habitantes de las ciudades se les antojaba bucólica, siguiendo siempre los dictados del realista Courbet. De hecho, Millet será uno de los principales motores del Realismo, así como uno de los iniciadores de la Escuela de Barbizon, y su obra (tildada de socialista), sería muy admirada después por artistas como Dalí. En esta obra, hoy en el Museo de Orsay de París, nos muestra a tres mujeres realizando la más dura de las tareas del campo, la recogida de las espigas después de la siega a última hora de la tarde. Se trata de una tarea penosa y dolorosa, y Millet la capta representando a la mujer que se toca la espalda tratando de mitigar ese dolor. Millet colocó a las mujeres en primer plano, realzando la importancia de su labor, y otorgándoles una dignidad que siempre aparecería en todos sus campesinos. Son personajes humildes, pero dignos. También es típica de Millet la luz dorada de los atardeceres y los crepúsculos, que siempre inunda sus cuadros y que después influiría en la pintura impresionista. Las Espigadoras fue pintado en 1857.