A pesar de que este cuadro no tiene realmente importancia artística, es sin duda, la obra más famosa de la controvertida pintora Tamara de Lempicka. De Lempicka conoció una fama efímera que tuvo lugar entre los años 20 y 30 del siglo XX, momento en el que desarrolló casi toda su obra, y representó a gran parte de la aristocracia europea, con un estilo inconfundible que mezcla el clasicismo y el art - deco con algo de cubismo, destacando sobretodo en la realización de desnudos y retratos. Tamara de Lempicka fue una artista que solo pintó por dinero (y siempre estuvo rodeada de él), que se comportó siempre como el prototipo de la mujer transgresora, siendo su vida un caos en el que se mezclaban el lujo, las mentiras, las drogas y el sexo indiscriminado, resultando divertida para la aristocracia (de ahí que quisieran ser retratados por ella). De hecho, su vida es casi más famosa que su obra... Una vez se trasladó a EEUU antes de la II Guerra Mundial, tanto su obra como su vida cayeron en el olvido. Hay quien ha querido ver en este autorretrato, pintado en 1929 una referencia a la muerte de la bailarina Isadora Duncan, muerta estrangulada por el largo pañuelo que llevaba al cuello al enredarse este en las ruedas del coche donde iba.
Lámina en A3, 10€
Lámina en A4, 6€
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