lunes, 12 de diciembre de 2011

La clase de danza, de Degas


 Quizás esta obra sea una de las más famosas escenas de ballet que pintara Degas, conocido por sus imágenes de carreras de caballos y estas escenas de ballet, casi siempre en ensayos y no en el esplendor de las actuaciones. Aunque Degas fue amigo de Manet, Monet y Cezanne, nunca compartió con ellos el gusto por la representación de imágenes al aire libre, prefieriendo lugares cerrados como demostrará en obras como La Sombrerería o en En el Café. En esta escena se puede ver una lección impartida por el veterano coreógrafo Jules Perrot en una de las aulas de la ópera de París, al que las bailarinas colocadas en círculo escuchan con mayor o menor atención. Quizás de este cuadro lo más llamativo fue el gran estudio de la perspectiva y la profundidad, muy acentuada por las líneas de suelo de madera y por el ángulo de la habitación, cortado en un marcado encuadre fotográfico. Como buen impresionista, la luz será una de sus preocupaciones, una luz que aquñi procede de las ventanas reflejadas en el gran espejo central. Este cuadro, pintado entre 1873 y 1875 se encuentra hoy en el Museo de Orsay de París.

Lámina en A3, 15€
Lámina en A4, 9€

domingo, 4 de diciembre de 2011

Retrato de Leopold Zborowsky, de Modigliani

Amedeo Modigliani fue el arquetipo de artista bohemio. Su vida siempre estuvo marcada por los excesos con el alcohol y las drogas que conoció en los bajos fondos venecianos y despues en los locales de Montmartre, que deterioraron su salud hasta el punto de causarle la muerte en 1920 con 36 años. Llegó a París en 1906, cuando era el centro de la vanguardia y muchos artistas se encontraban allí (como Picasso, Max Jacob, Diego Rivera...) a los que retrató en varias ocasiones. Allí recibió la influencia en un principio de la obra de Toulousse Lautrec, de Klimt, Cezanne, y del artista de la estampa japonesa Utamaro, además del cubismo, aunque no tardó en conocer el arte africano en el Musée de l'Homme. De ahí que sus retratos y esculturas presenten ojos almendrados, cuellos alargados y narices torcidas. En 1916 conoció al poeta polaco Leopold Zborowsky, al que retrató en varias ocasiones como en esta obra, de 1917, en la que puede verse la influencia africana, en las formas alargadas y las formas geométricas. Modigliani fue conocido por la inmediatez de ejecución de sus obras, que nunca retocaba. La miseria y la enfermedad (empeorada por sus excesos), fueron la tónica general de la vida del artista, quien no conoció la fama en vida.
Lámina en A3, 10€
Lámina en A4, 6€

sábado, 3 de diciembre de 2011

El almuerzo de los remeros, de Renoir


Renoir ya había demostrado antes de pintar este cuadro su aficción por las escenas de la vida cotidiana, como en el Baile en el Moulin de la Galette, así como en la captación de la luz del natural. Esta escena, que representa el almuerzo en un restaurante a orillas del Sena, es en realidad un gran retrato de grupo en el que todos los personajes son conocidos del artista, como su amiga y futura esposa Aline Charigot (la mujer del perrito), a cuyo lado de pie se encuentra Alphonse Furnaise, dueño del restaurante. Apoyada en la baranda, Alphonsine, hija de Alphonse, que escucha al barón Barbier, antiguo oficial de caballería.

 A la derecha, el pintor Caillebotte (el hombre a horcajadas sobre la silla en primer término), junto al que está la actriz Ellen Andrée, que habla con el periodista italiano Maggiolo. En el centro, bebiendo, se encuentra la modelo favorita de Renoir, Angele, y detrás de ella el hijo del propietario del restaurante habla con el financiero Charles Ephrussi, con sombrero de copa. Al fondo Eugene Lastringuez, Paul Lothe y la actriz Jeanne Samary. La luz aparece filtrada por un toldo rojo que colorea las sombras, en un recurso típico del impresionismo, del que se desmarca por el perfecto dibujo de las figuras. En primer término un bodegón que demuestra la maestría de Renoir para este género. El Almuerzo de los remeros fuen pintado en 1881 y se encuentra en el National Gallery de Washington.

Lámina en A3, 15€
Lámina en A4, 9€

El quitasol, de Goya

Este lienzo, uno de los más conocidos de Goya, fue uno de los cartones creados para servir como modelo de los tapices que se hacían en la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara. Este en concreto, junto con otros tres (El Bebedor, La maja y los embozados, y La riña en la venta nueva)  estaban destinados a la decoración de el comedor del palacio de El Pardo. En la obra podemos ver a una joven a la moda francesa, y a un mozo vestido de "majo", en aparente actitud seductora, en especial ella, que mira al espectador de forma casi descarada, en una imagen alegre y desenfadada, alegría enfatizada por el uso de colores vivos y por un gran tratamiento de la luz con el que consigue que la atención del espectador se centre en el rostro de la muchacha, a pesar de estar bajo la sombra creada por la sombrilla. En este cartón Goya abandona los esquemas que había aprendido en la Real Fábrica, y crea una composición piramidal centrada en la muchacha y que utilizará posteriormente. El tema de la sombrilla no fue inventado por Goya, y se piensa que quizás tomara la idea de un cuadro del pintor francés Jean Ranc, Vertumno y Pomona. El Quitasol fue pintado en 1777 y trasladado al Museo del Prado en 1870.

Lámina en A3, 14€
Lámina en A4, 8€

jueves, 1 de diciembre de 2011

Autorretrato en el bugatti verde, de Tamara de Lempicka

A pesar de que este cuadro no tiene realmente importancia artística, es sin duda, la obra más famosa de la controvertida pintora Tamara de Lempicka. De Lempicka conoció una fama efímera que tuvo lugar entre los años 20 y 30 del siglo XX, momento en el que desarrolló casi toda su obra, y representó a gran parte de la aristocracia europea, con un estilo inconfundible que mezcla el clasicismo y el art - deco con algo de cubismo, destacando sobretodo en la realización de desnudos y retratos. Tamara de Lempicka fue una artista que solo pintó por dinero (y siempre estuvo rodeada de él), que se comportó siempre como el prototipo de la mujer transgresora, siendo su vida un caos en el que se mezclaban el lujo, las mentiras, las drogas y el sexo indiscriminado, resultando divertida para la aristocracia (de ahí que quisieran ser retratados por ella). De hecho, su vida es casi más famosa que su obra... Una vez se trasladó a EEUU antes de la II Guerra Mundial, tanto su obra como su vida cayeron en el olvido. Hay quien ha querido ver en este autorretrato, pintado en 1929 una referencia a la muerte de la bailarina Isadora Duncan, muerta estrangulada por el largo pañuelo que llevaba al cuello al enredarse este en las ruedas del coche donde iba. 

Lámina en A3, 10€
Lámina en A4, 6€
 

miércoles, 9 de febrero de 2011

Amapolas en Argenteuil, de Monet


Durante e tiempo que Monet pasó en Argenteuil, se dedicó a pintar paisajes, que serían casi el tema principal de su obra. En esta imágen, hoy en el museo d'Orsay de París, nos muestra a su mujer Camille y a su hijo Jean paseando por un campo de amapolas seguidos de otra pareja. Las flores están representadas como manchas de color aplicadas de tal manera que hace parecer que ambas parejas  están bajando un montículo. Los árboles del fondo otorgan profundidad a la escena, y las nubes blancas dan una sensación de movimiento pocas veces conseguida. No hay dibujo en esta obra, solo manchas de color en lo que constituye el más puro impresionismo. Monet sería fiel a los cánones impresionistas hasta su muerte, cuando muchas de las vangaurdias ya habían pasado de moda. Sus últimas obras, cuando la vista apenas le permitía distinguir los colores, muestran manchas que ya apenas son identificables con la formas, en lo que se ha dado en llamar Impresionsmo abstracto. Las Amapolas fue pintado en 1873.

Lámina en A3, 12€
Lámina en A4, 8€

jueves, 27 de enero de 2011

La estampa japonesa

El Ukiyo-e, o estampa japonesa, es un género de grabados xilográficos que estuvieron muy de moda en el País del Sol Naciente entre los siglos XVII y XX, dedicado sobre todo a la pintura de paisajes y de la vida nocturna. También llamada "pintura del mundo flotante", es heredera directa de la pintura paisajística china.

Monte Fuji en día claro, de Hokusai, 1833. Katsushika Hokusai fue uno de los más conocidos pintores del ukiyo - e y el más popular a nivel europeo, gracias a dos obras, la que nos ocupa (también llamda Fuji Rojo) y La gran ola de Kanagawa (más abajo). La obra de Hokusai es amplísima, y aunque en un principio se dedicó a representar personajes públicos, no tardó en centrarse en el paisaje, en el que siempre aparece una constante, el Monte Fujiyama, montaña sagrada para los japoneses, que a veces aparece como protagonista indiscutible de la obra o como telón de fondo de la misma.

Esta forma de arte fue muy popular en las ciudades durante el siglo XVII, aunque es esta época las obras eran monocromas, realizadas con tinta india. Esta técnica no tardaría en utilizar pinceles, y más tarde, ya en el siglo XVIII, se incluiría el color. Si hay algo por lo que el Ukiyo-e se popularizó, fue por su posibilidad de producción en serie, es decir, que cualquier ciudadano que no pudiese comprar pinturas originales, podía hacerse con una de estas reproducciones.

Retrato del actor Otani Oniji III en el momento de interpretar a un sirviente, de Toshusai Sharaku, 1794. De entre todos los pintores del ukiyo - e, Sharaku es posiblemente el más desconocido de todos. No se conoce su verdadero nombre, ni su fecha de nacimiento o muerte. De hecho ni siquiera se sabe si fue real, pues las 144 obras que realizó las hizo en 9 meses, entre 1794 y 1795, para luego desaparecer súbitamente. La obra de Sharaku son casi en exclusiva retratos de actores del teatro No y del teatro Kabuki, centrándose en las expresiones de los actores y representando todas sus imperfecciones, a veces casi de modo caricaturesco, de ahí que su obra no fuera bien acogida. Hay quien dice que en realidad era un actor, por el gran conocimiento que presenta del mundo del teatro. También se dice que Sharaku fue una invención de un grupo de artistas que querían gastar una broma. E incluso hay una teoría que dice que Sharaku era en realidad Hokusai, pues se sabe que Hokusai no pintó entre 1794 y 1796. En cualquier caso se le considera como uno de los más grandes pintores de ukiyo - e.

En un principio, la estampa se dedicó a representar elementos de la vida nocturna, cortesanas, actores... pero poco a poco, la pintura paisajística fue abriéndose paso, hasta convertirse en casi el único tema de representación, con Hokusai e Hiroshige a la cabeza. De hecho, la pintura política fue prohibida, al igual que el shunga, la pintura de sexo explícito (aunque esta última nunca desapareció, y de hecho era la que más ingresos reportaba a los artistas, aunque las firmaban en clave para no ser reconocidos por las autoridades).

La Gran Ola de Kanagawa, de Hokusai. 1830. Se trata, sin ninguna duda, de la más famosa estampa japonesa, copiada, versionada, reproducida y parodiada hasta la saciedad, y es también la obra que consagró a Hokusai en Europa. La gran ola es la primera imagen de la serie "36 vistas del Monte Fuji", 36 imágenes que representaban diferentes lugares y situaciones con el Monte Fuji como tema común (Fuji Rojo también pertenece a esta serie). Hokusai también se dedicó a la ilustración de poemas y leyendas, para los que realizó varios shunga, entre ellos el más famoso de todos, "El sueño de la mujer del pescador", en el que aparece una mujer manteniendo relaciones con dos pulpos. Hokusai también realizó una serie de 100 vistas del Monte Fuji, así como una serie de grabados de las cascadas del país. Estas serie influyeron en algunos de sus contemporáneos, como Hiroshige, que realizó en 1834 Las 53 estaciones de Tokaido.

Con la apertura de Japón a los occidentales con el gobierno Meiji, la estampa se benefició de nuevos materiales más baratos (se sustituyeron las pinturas de plantas naturales por pinturas químicas europeas), y además permitió que este tipo de arte se diera a conocer en Europa, provocando una auténtica fiebre japonesa entre la alta sociedad europea del siglo XIX, e influyendo decisivamente en el transcurso del arte en este continente (el impresionismo, los carteles de Toulousse - Lautrec, los movimientos de vanguardias...).

La Cortesana Chozan de la Casa Chosi, de Kitagawa Utamaro, 1810. Utamaro fue el otro gran pintor del ukiyo - e que fue muy apreciado en Europa. Si bien Hokusai es conocido por sus composiciones paisajísticas, Utamaro se especializó en la representación de mujeres hermosas, solas o en grupo, un género que se denomina Bijinga, que significa mujer hermosa. Entre esas mujeres destacan las cortesanas, como en esta obra, en la que la protagonista aparece acompañada de una mako. La obra de Utamaro ejerció una especial influencia en Europa, sobretodo en las composiciones, que en la obra de utamaro son casi fotográficas, presentando personajes de medio cuerpo y descentrados. El uso de colores planos y contrastados también supuso un revulsivo en la pintura de finales del XIX y principios del XX, influencia que se deja notar especialmente en la cartelería y en algunas vanguardias como el fauvismo y el expresionismo.

Aunque el Ukiyo-e pasó de moda, aun hoy siguen existiendo artistas de estampas, y su influencia se ha dejado notar en el manga y el anime.

miércoles, 5 de enero de 2011

Paseo a orillas del mar, de Sorolla

Paseo a orillas del mar es quizás, el cuadro más conocido de Joaquín Sorolla, uno de los más importantes pintores españoles, que hasta hace muy poco ha tenido escasa consideración, pues su estilo se aleja de las vanguardias imperantes en esa época, vanguardias que la historia del arte consideró como único camino válido en la progresión del arte contemporáneo. A pesar de que a Sorolla se le incluye dentro del impresionismo, lo cierto es que nunca siguió las directrices de este movimiento, estando más relacionado con el naturalismo traido desde el norte de Europa, y más concretamente con el luminismo. No en vano, de Sorolla se dice que fue un poeta de la luz, pues su obsesión fue captar la luz del sol y su reflejo en las playas levantinas que tanto representó, como en esta obra de 1909 en las que aparecen su hija María y su esposa Clotilde, y que hoy se encuentra en su casa museo de Madrid. Sorolla expuso en toda Europa y Estados Unidos obteniendo galardones y éxito allí donde iba, sobre todo en EEUU, donde expuso en Nueva York, Pittsburgh y Buffalo, vendió 160 obras, retrató al presidente Taft y posteriormente decoró una sala de la Hispanic Society, su obra más importante y que nunca vió inaugurada. Murió víctima de la enfermedad en 1923, siendo uno de los pintores más reconocidos y famosos de su tiempo, tanto a nivel nacional como internacional.

Lámina en A3, 12€
Lámina en A4, 7€