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Vermeer de Delft pintó este pequeño cuadro que hoy se encuentra en el Louvre en 1669, y representa una escena de interior, tan típicas en su obra. En ella aparece un muchacha haciendo encaje de bolillos totalmente ajena al espectador, concentrada en su tarea. La luz entra por la parte derecha de cuadro haciendo que parte de la cara de la encajera quede en sombra. Además, el encuadre que Vermeer da a la obra, apareciendo la muchacha cortada a menos de medio cuerpo, da a este cuadro un aire de modernidad que junto a la luz, llamarían mucho la atención de los impresionistas dos siglos después. De hecho, Renoir dijo que este cuadrito era uno de los más bellos de toda la historia del arte. Parece ser que con esta obra Vermeer quiso esalzar las virtudes femeninas, al igual que con otro de sus cuadros más famosos, "La lechera" (Rijksmuseum, Amsterdam)
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