Lámina en A3, 15€
Lámina en A4, 9€
Manet realizó este cuadro, una de las obras más emblemáticas del impresionismo, así como el testamento de toda la obra de su autor, mientras comenzaba a quedar incapacitado y a ser consumido por la enfermedad. De hecho, ya no podía salir de su estudio, y la modelo acudía al taller de Manet para posar. En esta obra, podemos ver el gusto por el ambiente nocturno parisino (el Folies Bergére es un bar de Montmartre) que tanto llamó la atención de Manet y del grupo impresionista. En él, una camarera del local, llamada Suzon, con la mirada perdida y aburrida, parece aguardar a que el espectador decida lo que va a tomar, aunque en este caso el espectador es el personaje que aparece reflejado en el gran espejo que se intuye detrás de la joven, personaje que parece estar identificado con el pintor Gaston Latouche. En ese espejo podemos ver también el ambiente del local. A pesar de que podemos ver que el bar está abarrotado, el cuadro es un reflejo de la soledad, la soledad de la camarera (único personaje "real" del cuadro) que además aparece atrapada entre la barra (en la que se aprecian varias naturalezas muertas de objetos típicos de la vida nocturna) y el gran espejo. Este cuadro es un perfecto resúmen de la mentalidad impresionista, vida nocturna, modernidad, inmediatez de la escena, pinceladas largas y yuxtapuestas... Un año después de pintar esta obra, en 1883, Manet moriría por enfermedad después de que le amputaran una pierna. El Bar en el Folies Bergére se encuentra hoy en la Courtauld Gallery de Londres.
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