Andy Warhol fue el más importante e influyente de los artistas del movimiento Pop Art o Arte Pop, un movimiento surgido a finales de los años 50 que se caracterizó por convertir objetos de la vida cotidiana en obras de arte, un revulsivo frente al Expresionismo abstracto que dominaba el panorama artístico. De este modo, anuncios publicitarios, envases de alimentos, viñetas de comics o fotografías de personajes famosos entraban a formar parte de las colecciones de los museos. Andy Warhol, hijo de un matrimonio eslovaco emigrado a los Estados Unidos, estuvo siempre obsesionado con la idea de ser famoso, y lo consiguió. Estudió arte comercial y en 1949 se trasladó a Nueva York, donde no tardó en trabajar diseñando portadas de discos y anuncios publicitarios, trabajos con los que empezó a tener cierto renombre, realizando incluso exposiciones de sus ilustraciones para anuncios de zapatos. En los 60 comenzó a pintar objetos cotidianos, como sus famosas latas de sopa Campbell o de Coca Cola, objetos que consideraba símbolos de la cultura estadounidense tan importantes como Liz Taylor o Marilyn Monroe. La élite de la crítica lo encumbró y no tardó en crear su propio estudio, The Factory, por donde pasaron todos los modelos, artistas y personalidades underground del momento.
Fue entonces cuando realizó la obra que nos ocupa, sin duda una de las más conocidas del artista. Tras la trágica muerte de Marilyn Monroe en 1962, decidió inmortalizarla realizando una serie de serigrafías a partir de una foto promocional de la película "Niágara", película con la que la actriz saltó al estrellato. Presentada en filas, columnas o de forma aislada, aplica a la foto técnicas del cine y la publicidad, convirtiéndola en un cartel que se confunde con un cuadro. Marilyn no fue la única famosa retratada por Warhol, sino que otros personajes como Liz Taylor o John Lennon también prestaron su imagen. Especialmente conocido es el retrato de Mao Zedong.