sábado, 21 de agosto de 2010

Bóveda de la Capilla Sixtina, de Miguel Ángel

Lámina en A3, 40€
Lámina en A4, 25€

Miguel Angel acometió la decoración de la bóveda de la Capilla Sixtina en 1508 y trabajó en ella hasta 1512, año en el que se dió la primera misa en la capilla con la bóveda terminada. En total, cubrió cerca de 500 metros cuadrados de bóveda de cañón con uno de los conjuntos pictóricos más importantes y más bellos de toda la historia del arte. Fue Julio II (incitado por Bramante) quien decidió que sería Miguel Angel quien pintara la bóveda, a lo que este respondió huyendo a Florencia, aunque finalmente tuvo que aceptar el encargo. Miguel Angel dividió la superficie de la bóveda con falsos elementos arquitectónicos en los que se enmarcan todas las escenas representadas. En el centro escenas del Antiguo Testamento referentes a la Creación y al Diluvio Universal, a modo de viñetas, de las que las del diluvio tienen el orden cambiado, para que la escena del Diluvio propiamente dicha, quedara en un cuadro grande. En los cuadros pequeños aparecen los ignudi, o desnudos broncíneos que sujetan medallones de bronce. De derecha a izquierda las escenas son:
  • La separación de la luz y las tinieblas
  • La creación de los astros y las plantas
  • La separación del mar y la tierra
  • La creación de Adán
  • La creación de Eva
  • El pecado original y la expulsión del Paraiso
  • El sacrificio de Noé
  • El Diluvio Universal
  • La embriaguez de Noé.

En los triángulos que se encontrarían sobre los lunetos (no representados en el dibujo), aparecen los antepasados de Cristo, y entre ellos, se alinean los profetas y sibilas, una galería de gigantes, como se les ha llamado. Representan a todos los videntes que tuvieron alguna relación con el anuncio de la venida del Mesías. Son doce, aunque en el dibujo solo aparecen 10. Con ellos, Miguel Ángel creó un efecto óptico de tal modo que los videntes de la izquierda son más pequeños que los de la derecha, algo que hizo para que al entrar en la capilla, la perspectiva no hiciera que los videntes justo encima de la puerta fueran mayores que los situados junto al altar. En la fila superior, de izquierda a derecha:
  • La sibila Délfica
  • El profeta Isaías
  • La sibila de Cumas
  • El profeta Daniel
  • La sibila Líbica
En la fila inferior, de izquierda a derecha:
  • El profeta Joel
  • La sibila de Eritrea
  • El profeta Ezequiel
  • La sibila Pérsica
  • El profeta Jeremías
En la imagen faltarían los profetas Zacarías y Jonás enclavados en cada extremo de la línea central.


La Sibila Líbica en la Capilla Sixtina, de Miguel Ángel

Lámina en A3, 8€
Lámina en A4, 5€

Los girasoles, de Van Gogh

Lámina en A3, 10€
Lámina en A4, 6€

El nacimiento de Venus, de Botticelli

Sandro Botticelli pintó este cuadro, uno de los más conocidos de toda su producción, por encargo de la familia Medici, para decorar uno de sus palacios campestres. En esta obra, el artista escoge un tema mitológico, algo que comenzaba a ser habitual en la pintura del Renacimiento. En concreto se recoge la llegada de Venus a la isla de Citera, a donde es arrastrada en una gran concha por el viento de Céfiro y Aura que aparecen abrazados. En la playa la espera una de las Horas, en este caso la de la primavera. A su alrededor aparecen las rosas que según la mitología nacieron con Venus. La obra de Botticelli bebe mucho de la estatuaria clásica, algo que puede verse sobre todo en la postura de Venus, típica de las Venus púdicas romanas, pero también en los marcados pliegues de los ropajes y en las líneas oscuras que delimitan claramente el contorno de las figuras. Por otro lado, los personajes presentan cierto estatismo, y eso le da a la obra (no solo a esta, sino a toda la obra de Botticelli) un cierto aire arcaico y primitivo. El Nacimiento de Venus, que se encuentra en la Galería de los Uffizi de Florencia, fue pintado en 1485. 

Lámina en A3, 15€
Lámina en A4, 9€