jueves, 27 de enero de 2011

La estampa japonesa

El Ukiyo-e, o estampa japonesa, es un género de grabados xilográficos que estuvieron muy de moda en el País del Sol Naciente entre los siglos XVII y XX, dedicado sobre todo a la pintura de paisajes y de la vida nocturna. También llamada "pintura del mundo flotante", es heredera directa de la pintura paisajística china.

Monte Fuji en día claro, de Hokusai, 1833. Katsushika Hokusai fue uno de los más conocidos pintores del ukiyo - e y el más popular a nivel europeo, gracias a dos obras, la que nos ocupa (también llamda Fuji Rojo) y La gran ola de Kanagawa (más abajo). La obra de Hokusai es amplísima, y aunque en un principio se dedicó a representar personajes públicos, no tardó en centrarse en el paisaje, en el que siempre aparece una constante, el Monte Fujiyama, montaña sagrada para los japoneses, que a veces aparece como protagonista indiscutible de la obra o como telón de fondo de la misma.

Esta forma de arte fue muy popular en las ciudades durante el siglo XVII, aunque es esta época las obras eran monocromas, realizadas con tinta india. Esta técnica no tardaría en utilizar pinceles, y más tarde, ya en el siglo XVIII, se incluiría el color. Si hay algo por lo que el Ukiyo-e se popularizó, fue por su posibilidad de producción en serie, es decir, que cualquier ciudadano que no pudiese comprar pinturas originales, podía hacerse con una de estas reproducciones.

Retrato del actor Otani Oniji III en el momento de interpretar a un sirviente, de Toshusai Sharaku, 1794. De entre todos los pintores del ukiyo - e, Sharaku es posiblemente el más desconocido de todos. No se conoce su verdadero nombre, ni su fecha de nacimiento o muerte. De hecho ni siquiera se sabe si fue real, pues las 144 obras que realizó las hizo en 9 meses, entre 1794 y 1795, para luego desaparecer súbitamente. La obra de Sharaku son casi en exclusiva retratos de actores del teatro No y del teatro Kabuki, centrándose en las expresiones de los actores y representando todas sus imperfecciones, a veces casi de modo caricaturesco, de ahí que su obra no fuera bien acogida. Hay quien dice que en realidad era un actor, por el gran conocimiento que presenta del mundo del teatro. También se dice que Sharaku fue una invención de un grupo de artistas que querían gastar una broma. E incluso hay una teoría que dice que Sharaku era en realidad Hokusai, pues se sabe que Hokusai no pintó entre 1794 y 1796. En cualquier caso se le considera como uno de los más grandes pintores de ukiyo - e.

En un principio, la estampa se dedicó a representar elementos de la vida nocturna, cortesanas, actores... pero poco a poco, la pintura paisajística fue abriéndose paso, hasta convertirse en casi el único tema de representación, con Hokusai e Hiroshige a la cabeza. De hecho, la pintura política fue prohibida, al igual que el shunga, la pintura de sexo explícito (aunque esta última nunca desapareció, y de hecho era la que más ingresos reportaba a los artistas, aunque las firmaban en clave para no ser reconocidos por las autoridades).

La Gran Ola de Kanagawa, de Hokusai. 1830. Se trata, sin ninguna duda, de la más famosa estampa japonesa, copiada, versionada, reproducida y parodiada hasta la saciedad, y es también la obra que consagró a Hokusai en Europa. La gran ola es la primera imagen de la serie "36 vistas del Monte Fuji", 36 imágenes que representaban diferentes lugares y situaciones con el Monte Fuji como tema común (Fuji Rojo también pertenece a esta serie). Hokusai también se dedicó a la ilustración de poemas y leyendas, para los que realizó varios shunga, entre ellos el más famoso de todos, "El sueño de la mujer del pescador", en el que aparece una mujer manteniendo relaciones con dos pulpos. Hokusai también realizó una serie de 100 vistas del Monte Fuji, así como una serie de grabados de las cascadas del país. Estas serie influyeron en algunos de sus contemporáneos, como Hiroshige, que realizó en 1834 Las 53 estaciones de Tokaido.

Con la apertura de Japón a los occidentales con el gobierno Meiji, la estampa se benefició de nuevos materiales más baratos (se sustituyeron las pinturas de plantas naturales por pinturas químicas europeas), y además permitió que este tipo de arte se diera a conocer en Europa, provocando una auténtica fiebre japonesa entre la alta sociedad europea del siglo XIX, e influyendo decisivamente en el transcurso del arte en este continente (el impresionismo, los carteles de Toulousse - Lautrec, los movimientos de vanguardias...).

La Cortesana Chozan de la Casa Chosi, de Kitagawa Utamaro, 1810. Utamaro fue el otro gran pintor del ukiyo - e que fue muy apreciado en Europa. Si bien Hokusai es conocido por sus composiciones paisajísticas, Utamaro se especializó en la representación de mujeres hermosas, solas o en grupo, un género que se denomina Bijinga, que significa mujer hermosa. Entre esas mujeres destacan las cortesanas, como en esta obra, en la que la protagonista aparece acompañada de una mako. La obra de Utamaro ejerció una especial influencia en Europa, sobretodo en las composiciones, que en la obra de utamaro son casi fotográficas, presentando personajes de medio cuerpo y descentrados. El uso de colores planos y contrastados también supuso un revulsivo en la pintura de finales del XIX y principios del XX, influencia que se deja notar especialmente en la cartelería y en algunas vanguardias como el fauvismo y el expresionismo.

Aunque el Ukiyo-e pasó de moda, aun hoy siguen existiendo artistas de estampas, y su influencia se ha dejado notar en el manga y el anime.

miércoles, 5 de enero de 2011

Paseo a orillas del mar, de Sorolla

Paseo a orillas del mar es quizás, el cuadro más conocido de Joaquín Sorolla, uno de los más importantes pintores españoles, que hasta hace muy poco ha tenido escasa consideración, pues su estilo se aleja de las vanguardias imperantes en esa época, vanguardias que la historia del arte consideró como único camino válido en la progresión del arte contemporáneo. A pesar de que a Sorolla se le incluye dentro del impresionismo, lo cierto es que nunca siguió las directrices de este movimiento, estando más relacionado con el naturalismo traido desde el norte de Europa, y más concretamente con el luminismo. No en vano, de Sorolla se dice que fue un poeta de la luz, pues su obsesión fue captar la luz del sol y su reflejo en las playas levantinas que tanto representó, como en esta obra de 1909 en las que aparecen su hija María y su esposa Clotilde, y que hoy se encuentra en su casa museo de Madrid. Sorolla expuso en toda Europa y Estados Unidos obteniendo galardones y éxito allí donde iba, sobre todo en EEUU, donde expuso en Nueva York, Pittsburgh y Buffalo, vendió 160 obras, retrató al presidente Taft y posteriormente decoró una sala de la Hispanic Society, su obra más importante y que nunca vió inaugurada. Murió víctima de la enfermedad en 1923, siendo uno de los pintores más reconocidos y famosos de su tiempo, tanto a nivel nacional como internacional.

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